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Presencia de una ausencia

Lo cierto es que el personal no está para muchas filosofías. Es difícil pensar con el estómago vacío. Me refiero a que el amor a la sabiduría se hace mucho más difícil cuando uno no tiene ni trabajo, ni dinero, ni tiempo libre para dedicarlo a pensar. ¿Pensar? Sí, pensar en las cosas que hacemos, cómo las hacemos y, sobre todo, por qué las hacemos. ¿Qué mecanismos controlan lo que cada uno de nosotros hacemos? Cada uno de nuestros actos ¿aparecen de la nada porque sí o bien responden a un fin determinado? Si existen esos fines ¿los hemos creado nosotros o estaban ahí y simplemente  nosotros los hemos descubierto? ¿Qué papel juega nuestra libertad?

Pues de todo eso, y de mucho más, es lo que trata el libro titulado «Presencia de una ausencia» de Eduardo Pérez Pueyo y recién publicado en Edicep. Se trata de un estudio sobre el pensamiento de Joseph de Finance, pensador del siglo XX, que profundizó en las preocupaciones existenciales del hombre: el ser, la libertad, el obrar. A través de una metodología que mezcla el existencialismo con el tomismo clásico se plantean las preguntas más importantes a través de la reflexión sobre la realidad más cotidiana. Porque es ahí, en lo cotidiano, donde uno descubre que toda su existencia es don, regalo recibido de lo Alto, presencia de una ausencia por descubrir y camino que recorrer para llegar a él. La libertad no queda reducida a la pura capacidad de elección sino que se nos descubre con un nuevo significado, iluminador e integrador del camino de la vida que cada uno debe realizar. 

 El AUTOR: EDUARDO PÉREZ PUEYO (Zaragoza, 1981). Realizó estudios Eclesiásticos en el Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón, institución afiliada a la Universidad Pontificia de Salamanca. Sacerdote desde 2006. Ha sido párroco de Valdealgorfa, Valdeltormo, Valjunquera y Fórnoles, localidades turolenses que pertenecen a la Archidiócesis Cesaraugustana. Licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma) 2011, actualmente está realizando el Doctorado en Filosofía.

Para más información ver  «Presencia de una ausencia«.

Animo y a comprarlo.

Steve Jobs y el aborto

Un amigo mío me decía ayer que tres son las manzanas que han cambiado la historia de la humanidad: la manzana de Eva, la manzana de Newton y la manzana de Apple. Quien me conoce bien sabe que yo no soy un converso de la filosofía Mac, soy un ferviente creyente desde hace casi 20 años. Sí, yo no soy de esos que llegaron a amar a Apple porque usaron el iPod, o descubrieron lo chulo que era el iPhone y lo divertido y funcional que era el iPad. Yo llegué a Apple cuando empezaban a comprarse los primeros ordenadores personales.

El mío fue un Macintosh Classic II de segunda mano que me costó 70.000 pesetas y que, por cierto, todavía funciona. Desde entonces siempre he tenido ordenadores Apple y he hablado bien de ellos. Tengo algún iPod que me regalaron unos buenos amigos y nada mas, ni iPhone, ni iPad. Soy un convencido, no un fanático.

Ayer falleció Steve Jobs y dedique unos minutos a repasar el discurso que dio en 2005 a los graduados de la universidad de Stanford. En ese discurso cuenta tres historias de su vida. Os voy a hablar solo de la primera. Steve Jobs era adoptado. Su madre biológica, una universitaria norteamericana, había tenido una relación con un universitario de origen sirio. Decidió dar su hijo en adopción. Era en 1955. Podía haber abortado, pero no lo hizo. Incluso siguió detenidamente el proceso de adopción y fue ella personalmente quién decidió a que familia se le asignaba su hijo. Esta es la razón del título de este post. Cuando todos hablan de la maravilloso que era Steve, de lo creativo, de lo inteligente, visionario y todas esas cosas… yo me paraba a pensar que ahora estoy escribiendo sobre un MacBook Pro porque una joven norteamericana, hace 56 años, decidió seguir adelante con su embarazo.

En España desde la despenalización del aborto se han contado más de un millón de abortos. Un millón de personas que habrían podido aportar a nuestra sociedad todo lo bueno del ser humano: amor, creatividad, ilusión, esperanza… Jobs comienza hablando en su discurso de la vida como puntos que se unen, y se comprenden, solo cuando ha pasado el tiempo suficiente: solo entonces los «puntos» de nuestra vida adquieren sentido. Tal vez un embarazo no deseado no tenga sentido en un momento concreto. Seguir adelante con el embarazo y dar al hijo en adopción puede parecer que no es una buena solución, pero lo cierto es que, si dejamos pasar el tiempo, los puntos se unirán y cobrarán sentido. El aborto impide a muchos millones de personas tener puntos que unir, tener vida. Por eso si estás pensando abortar piensa que hay otras alternativas como por ejemplo la adopción. Quizás tu hijo o tu hija no sea Steve Jobs, ni falta que hace. Seguro que con su vida da mucho más al mundo de lo que pueda dar con su aborto. 

Os dejo el video del discurso de Stanford. No tiene desperdicio. 

Solo un aviso. En un momento determinado Jobs dice que cada uno tiene que confiar en que algo o alguien guía su vida y enumera una serie de realidades, comenzando por Dios. Al traductor se le ha «olvidado» ponerlo en español. Solo ese detalle.

Dios es como la música

Esta mañana he recibido un email de un sacerdote que está estudiando Catequética. Era un email sencillo y breve. Simplemente me recomendaba que viese un vídeo de Youtube en el que se compara a Dios con una canción. Lo cierto es que al principio no me gustaba la idea. Los cristianos en general, y los católicos en particular, salvo honrosas excepciones, no solemos preparar buenos vídeos. En internet abundan las presentaciones de powerdpoint y los videos de mp4 hechos por cristianos con muy buena intención pero con pocos medios y menos preparación. Aún así me arriesgé y pinché el enlace. Al hacerlo vi que había un montón de videos en Youtube del mismo proyecto. Un proyecto que comenzó hace diez años, en 2001, por una organización no lucrativa para la utilización de los medios audiovisuales en la predicación. El proyecto se llama Nooma. Y lo cierto es que es muy interesante. Cuenta con una página propia, http://nooma.com/ donde los vídeos se descargan en original inglés. En Youtube se pueden encontrar los  vídeos con subtítulos en español. Creo que pueden ser muy útiles sobre todo en los grupos con jóvenes adultos no solo para verlos sino también para comentarlos, para «trabajarlos». Bueno ahí os dejo uno de ellos. Ya me contaréis que os parece.

Se me olvidaba. La mayoría de los videos disponibles en Youtube, este en concreto, están protagonizados por Rob Bell, un pastor evangélico que quiere transmitir el mensaje de Jesucristo de una manera nueva e innovadora. Teologicamente es un hombre muy contestado, incluso dentro de las propias iglesias evangélicas (http://en.wikipedia.org/wiki/Rob_Bell ). Sin embargo es muy interesante el trabajo que realizó en el proyecto Nooma. Rob Bell aparece en la lista Top 100, de la revista Time Magazine, como uno de los 100 personajes más influyentes en 2011.

Dejaos reconciliar con Dios

Reconozco que me ha costado volver a escribir. Quizás porque entre viajes y cambios de ciudad a uno le cuesta adaptarse y quizás también, porque no, porque todavía no he visto un buen día de sol en Roma. En el inicio de la Cuaresma, de una cuaresma marcada por el año sacerdotal. Os transcribo la homilía que haré en este miércoles de ceniza y que está centrada en la segunda lectura de hoy (II Corintios 5,20-6,2).

Déjate reconciliar con Dios.

Las lecturas de este miércoles, de este inicio de la Cuaresma, nos hablan de una conversión no superficial, sino de una conversión profunda que llegue a afectar nuestro corazón. Me voy a centrar en la segunda lectura, en la Carta de San Pablo a los Corintios y especialmente en la frase inicial con la que san Pablo los exhorta diciendo: Dejaos reconciliar con Dios. Este puede ser un buen eslogan para nosotros sacerdotes, en esta Cuaresma del Año Sacerdotal: Déjate, reconciliar con Dios.

Reconciliar significa «volver a establecer la concordia, la amistad que se había perdido». Conciliar viene del latin concilatio, unión de personas, formada por con (unión) calare (llamar). El diccionario establece una distinción entre conciliar y reconciliar. Reconciliar supone una oposición previa mayor. Se concilia a las partes en un pleito, se reconcilia a los enemigos. Reconciliar sería por tanto volver a llamar a la unión, y expresa la diferencia absoluta entre las partes: Dios y el hombre. San Pablo insiste en que es en nombre de Cristo por quien hace esta llamada “como si Dios mismo os exhortara”. Es Dios quiere, en este tiempo de cuaresma, que te dejes volver a llamar para unirte a él.

Dios quiere volverte a llamar, quiere volver a establecer una amistad profunda. Quizá, para los que llevamos más tiempo en el ministerio sea una llamada a recobrar el amor primero. Una llamada a recuperar la ilusión para, como dice San Pablo, “no echar en saco roto la gracia que un día recibimos”.

Como medios de este tiempo se nos insiste en el ayuno, la limosna y la oración. Solo hablaré de la oración. La Cuaresma es un tiempo de oración porque es el tiempo en el que Dios se pone a la escucha. «En tiempo favorable te escuché, … pues mirad, ahora es tiempo favorable”. Es el tiempo favorable para hablarle a Dios y hablarle de nuestro amor, o  tal vez de nuestra falta de amor, de nuestras necesidades, de nuestros afectos, de nuestra necesidad de afecto… para dedicar más tiempo a estar a solas con Él. Se trata de aprovechar que en tiempo  Dios no solo te llama sino que Dios se pone a la escucha.

Esta reconciliación no es fruto de nuestro esfuerzo. La salvación no es obra nuestra. Así nos lo recuerda otra vez san Pablo: La reconciliación con Dios es fruto de la justificación  ganada por Cristo, que celebramos en la Pascua. Es el nuevo paso de Dios, la gracia que brota de Aquel que no habiendo pecado, Dios lo hizo expiación por nuestros pecados. Si el pecado nos deja el poso de la tristeza, la salvación nos trae el regalo de la alegría. La alegría que brota de la cercanía de Dios, de la acción de su espíritu. Es Dios mismo que en este tiempo sale al encuentro, es Dios mismo que viene en nuestra ayuda.

La ceniza que recibimos esta tarde es un signo exterior de nuestra actitud interior, con ella estamos diciéndole a Dios delante de los hermanos:

–       quiero, Señor, que me llames

–       quiero, Señor, que me escuches

–       quiero, Señor, que vengas en mi ayuda.

Que así sea.