Tenía yo más o menos 22 años cuando un sacerdote claretiano, dándonos ejercicios espirituales a los seminaristas de filosofía, nos sorprendió con una poesía para hablarnos de celibato y de pureza. Digo que nos sorprendió por dos motivos: el primero porque tengo que reconocer que, al menos en mi tiempo, a los seminaristas mayores se nos hablaba poco de afectividad, de sexualidad, de dificultades a la hora de vivir el celibato… El segundo motivo por el que nos sorprendió es que la poesía la firmaba Pedro Casaldáliga. Todos que nos dábamos de muy progres, y que presumíamos bien de conocer algunos escritos del obispo de la Teología de la Liberación, jamas habíamos pensado que Casaldáliga hablase de pureza y celibato a sus seminaristas.
Esa poesía me ha hecho mucho bien, primero como seminarista y después como sacerdote. Me ayudó a ver el celibato no como renuncia (negativo) sino como verdadero amar (positivo). Porque eso es de lo que se trata: ser célibe no es quedarse «sin bodas», sino «amar todo, todos, todas». Es ser capaz de amar a todos sin poseer a nadie. Y como no, es amar al Amor «a cuerpo entero». Poniendo no solo el corazón, sino toda la pasión y las pasiones, todo el afecto, mi afecto, en Cristo.
No ha sido fácil, no es fácil. Es una «paz armada», batalla continua y estado de alerta. Como también lo es el del esposo que quiere ser fiel a su mujer. Hoy he recordado este poema porque un joven me escribía que todavía no había «vencido» estas tentaciones. Como dicen en mi tierra: «y lo que te rondaré morena». Es decir, que nos queda toda la vida, para luchar… para amar.
Os dejo la poesía.
AVISO PREVIO A UNOS MUCHACHOS
QUE ASPIRAN A SER CÉLIBES
Será una paz armada, compañeros,
será toda la vida esta batalla;
que el cráter de la carne sólo calla
cuando la muerte acalla sus braseros.
Sin lumbre en el hogar y el sueño mudo,
sin hijos las rodillas y la boca,
a veces sentiréis que el hielo os toca,
la soledad os besará a menudo.
No es que dejéis el corazón sin bodas.
Habréis de amarlo todo, todos, todas,
discípulos de Aquel que amó primero.
Perdida por el Reino y conquistada,
será una paz tan libre como armada,
será el Amor amado a cuerpo entero.
Pedro Casaldáliga