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Los diez trabajos más felices

Durante mis años como profesor de Instituto y como formador en un seminario he podido comprobar como la mayor preocupación que tienen todos los padres es que sus hijos sean felices. Sin embargo, a veces, esos mismos padres se equivocan cuando equiparan felicidad con tener un trabajo donde se gana mucho dinero. La revista Forbes recoge el estudio realizado por la Organización Nacional para la Investigación de la Universidad de Chicago sobre el grado de satisfacción de las personas con su trabajo. Las sorpresas abundan en el estudio, y no solo porque el más feliz de los  trabajos sea el de sacerdote (os tengo que confesar que para mí no ha sido una sorpresa) sino porque al repasar el resto de trabajos uno se da cuenta que lo que hace a una persona feliz en su trabajo no es el dinero que gana, sino que realmente responda a su vocación y que tenga un elemento de relación con las personas y de ayuda a los demás.

La lista es la siguiente:

1.  Sacerdotes: Todos aseguran ser totalmente felices, aunque luego cada uno se queje de sus respectivos obispos.

2. Bomberos: El 80% de los bomberos asegura estar muy satisfecho con su trabajo, que implica ayudar a la gente. Además en Extremadura puedes llegar a Presidente de Autonomía.

3. Fisioterapeutas: La interacción social y el ayudar a la gente hacen este trabajo uno de los más felices.

4. Escritores: Para la mayoría de los escritores, la paga es ridículamente baja o no exsite, pero la independencia de escribir lo que pasa por la propia cabeza lleva a la felicidad. Menos mal que mi amigo Paco Lledó además de escritor es profesor. Porque de escribir no se vive, aunque uno sea muy feliz.

5.  Profesores de educación especial: Si no te importa el dinero, un trabajo como profesor de educación especial debería ser una profesión feliz. El salario estaría en USA por debajo de los 50.000 dolares anuales. Mi amigo Antonio ya me habría corregido y me habría dicho que se llaman profesores de Atención a las Necesidades Educativas Especiales. Pues eso.

6. Maestros: Los profesores, en general, dices sentirse muy contentos con sus trapajos, a pesar de los actuales problemas económicos por los que atraviesa la educación y las condiciones de las clases. La profesión continúa atrayendo a jóvenes idealistas, aunque el 50% de los nuevos maestros lo han dejado en los primeros cinco años. Eso es en USA porque en España todo el mundo desea ser funcionario… digo maestro o profesor.

7. Artistas: Escultores y pintores tienen un elevado grado de satisfacción con su trabajo, a pesar de la gran dificultad que supone vivir de él. Vamos que la mayoría trabaja de otra cosa.

8. Psicólogos: Los psicólogos pueden o no ser capaces de solucionar los problemas de los demás, pero parece que se manejan bastante bien solucionando sus propios problemas.

9. Agentes de ventas de sercvicios financieros: El 60% de los agentes de ventas de servicios financieros dicen estar contentos con sus trabajos. Puede ser que tengan algo que ver con esto los más de 90.0000 dolares anuales de sueldo por un trabajo que no supera las 40 horas semanales desde la tranquilidad de una oficina.

10. Operadores de maquinaria pesada: Jugar con juguetes gigantes como excavadoras, cargadores frontales, retroexcavadoras, tractores, niveladoras, palas, grúas, grandes bombas y compresores de aire puede ser muy divertido. Con muchos más puestos de trabajo que solicitudes cualificadas, los operadores de maquinaria pesada se sienten muy felices.

En un comentario a la noticia en el New York Times, Todd May, insiste en la diferencia entre sentirse valorado y ser valorado. Muchos de los trabajos en los que la sociedad cree que nos sentiremos valorados al final no lo son por quienes los realizan, porque no son capaces de encontrar ese valor. Mientras que otros trabajos no tienen que sentirse valorados porque ya ellos descubrieron el valor de su trabajo antes y son valorados por ellos y por la sociedad.

Os dejo el enlace para que podáis ver la noticia The Ten Happiest Jobs y os dejo también el enlace al reportaje fotográfico de Forbes In Pictures: The Ten Happiest Jobs.

Por si alguno está interesado la lista de las diez profesiones más odiadas es:

1. Director de Tecnología de la Información
2. Director de Ventas y Marketing
3. Product Manager
4. Desarrollador Web 
5. Técnico Especialista
6. Técnico en Electrónica
7. Secretario de juzgado
8. Analista de Soporte Técnico
9. Manejo de Sistemas de Control Numérico Computacional (Control de trabajo en cadena a través de un ordenador)
10. Gerente de Marketing

Para mi es una sorpresa es que en ninguna de las listas, ni de las profesiones más felices ni la de los trabajos más odiados, aparezcan los médicos. ¿Por qué será? ¿Algún médico puede darme una idea?


Será el Amor amado a cuerpo entero

Tenía yo más o menos 22 años cuando un sacerdote claretiano, dándonos ejercicios espirituales a los seminaristas de filosofía, nos sorprendió con una poesía para hablarnos de celibato y de pureza. Digo que nos sorprendió por dos motivos: el primero porque tengo que reconocer que, al menos en mi tiempo, a los seminaristas mayores se nos hablaba poco de afectividad, de sexualidad, de dificultades a la hora de vivir el celibato… El segundo motivo por el que nos sorprendió es que la poesía la firmaba Pedro Casaldáliga. Todos que nos dábamos de muy progres, y que presumíamos bien de conocer algunos escritos del obispo de la Teología de la Liberación, jamas habíamos pensado que Casaldáliga hablase de pureza y celibato a sus seminaristas.

Esa poesía me ha hecho mucho bien, primero como seminarista y después como sacerdote. Me ayudó a ver el celibato no como renuncia (negativo) sino como verdadero amar (positivo). Porque eso es de lo que se trata: ser célibe no es quedarse «sin bodas», sino «amar todo, todos, todas». Es ser capaz de amar a todos sin poseer a nadie. Y como no, es amar al Amor «a cuerpo entero». Poniendo no solo el corazón, sino toda la pasión y las pasiones, todo el afecto, mi afecto, en Cristo.

No ha sido fácil, no es fácil. Es una «paz armada», batalla continua y estado de alerta. Como también lo es el del esposo que quiere ser fiel a su mujer. Hoy he recordado este poema porque un joven me escribía que todavía no había «vencido» estas tentaciones. Como dicen en mi tierra: «y lo que te rondaré morena». Es decir, que nos queda toda la vida, para luchar… para amar.

Os dejo la poesía.

AVISO PREVIO A UNOS MUCHACHOS
QUE ASPIRAN A SER CÉLIBES

Será una paz armada, compañeros,
será toda la vida esta batalla;
que el cráter de la carne sólo calla
cuando la muerte acalla sus braseros.

Sin lumbre en el hogar y el sueño mudo,
sin hijos las rodillas y la boca,
a veces sentiréis que el hielo os toca,
la soledad os besará a menudo.

No es que dejéis el corazón sin bodas.
Habréis de amarlo todo, todos, todas,
discípulos de Aquel que amó primero.

Perdida por el Reino y conquistada,
será una paz tan libre como armada,
será el Amor amado a cuerpo entero.

Pedro Casaldáliga

Clausura del Año Sacerdotal

Yo he estado allí. Sí, soy uno de los más de 20.000 sacerdotes de 91 países que han participado en la concelebración de la Eucaristía en la Plaza de San Pedro en la Clausura del Año sacerdotal. Y tengo que decir que ha sido una experiencia inolvidable.

En primer lugar una experiencia de catolicidad. La Iglesia Católica es muy grande. Acoge a personas de todas las razas, culturas, etnias… todas estaban representadas allí y todos unidos en un mismo sentir. La comunión es el segundo elemento a destacar. La comunión que nace de la adhesión a Pedro. Ya lo señala Lucas cuando en el libro de los Hechos señala como elemento de la comunión en la comunidad que «eran asiduos a las enseñanzas de los apóstoles» y a «la fracción del pan». En tercer lugar las palabras del Papa que desde la exégesis del salmo 23, ese de «El Señor es mi pastor nada me falta…» ha hecho una llamada a la conversión de cada uno de nosotros para ser pastores al modo de Cristo Pastor. Una llamada a la santidad y una petición de perdón por  los errores y pecados cometidos por los sacerdotes, especialmente aquellos que han sufrido los más pequeños.

En definitiva ha sido una fiesta por, para y con los sacerdotes. Un recordatorio a cada uno de nosotros, como decía en la Vigilia de Oración, a que el sacerdocio no es una profesión, que no se puede ser funcionario, que no hay horarios para anunciar la Palabra, para administrar los sacramentos y para amar en la caridad a los más pobres y necesitados.

Os dejo la homilía de la Clausura del Año Sacerdotal que nos puede servir estos días para nuestra oración, especialmente cuando muchos de nosotros celebramos por estas fechas nuestra ordenación sacerdotal.

Homilía CLAUSURA DEL AÑO SACERDOTAL

Lo importante es sonreír.

A veces, a los cristianos, y especialmente a los curas se nos olvidan que las cosas importantes son las cosas más sencillas. Una caricia, la escucha atenta de un problema, una palabra de consuelo, un simple saludo y ¿por qué no? una sonrisa. En este año sacerdotal vamos a seguir llenos de trabajos, de proyectos, de actividades, de problemas. Nos van a exigir, pedir, resultados que, a veces, simplemente no están en nuestras manos. Lo único más fuerte y más seguro que tenemos en nuestras manos es el mismo Señor del Universo que se da en la Eucaristía. Incluso, cuando lo repartimos, a veces estamos serios, como tristes.

Por eso les pido a todos mis hermanos sacerdotes que en este año sacerdotal, además de hacer muchas cosas, no se olviden de sonreír a los demás. Y a todos los laicos, religiosos y religiosas que se encuentren con nosotros, les pido que, con cariño, nos lo recuerden. Con el mismo cariño con el que nos lo recuerda esta canción.

Espero que, al verlo, sonrían.

Que diez años no es nada…

Los libros de espiritualidad explican la existencia de un demonio muy particular. Se le llama la «acidia» o demonio del «mezzo giorno», demonio del medio día. Los padres espirituales advertían a los monjes que este demonio aparece a media mañana y crea en el monje un estado de desasosiego, un profundo rechazo y disgusto por el lugar donde se encuentra y por su estado de vida. Es la hora en la que el monje ha terminado el trabajo y todavía no ha llegado a la comida. Al monje le da por pensar que su trabajo, su oración, no tienen sentido. Empieza a pensar que ese no es su sitio y que allí no se puede realizar como persona y como cristiano. Este demonio lleva al monje a pensar que estaría mejor en otros lugares.

En realidad este demonio de la acidia está presente en todos nuestras vidas. Ahora le llamamos la crisis de los 40. A los cuarenta años de vida (en el medio día de la vida) es fácil encontrarnos con personas que piensan que su vida no tiene sentido, que no han sabido aprovechar el tiempo… que se equivocaron al elegir su trabajo… o al formar esta familia. Piensan que su sitio estaría en otro lugar… en otro trabajo… con otra mujer… La acidia es una huida del presente y una parálisis de la acción. Santo Tomás daba dos definiciones de la acidia: Taedium operandi =la incapacidad de hacer nada (una especie de desgana total por la vida) y Tristia boni divini =la tristeza o incapacidad de descubrir las cosas buenas de la vida.

Todo esto viene porque hoy cumplo 38 años, es decir, estoy en el «mezzo giorno» de mi vida y es el momento en el que ataca el demonio de la acidia. Estos días he repasado mi vida pero, por ahora, no detecto los síntomas de este demonio. Tengo ganas de hacer un montón de cosas, tengo ganas de estudiar, de conocer gente, de rezar, de hablar de Dios… No he perdido la capacidad de descubrir cada día los regalos que Dios me hace, a veces a través de una conversación con una persona… otras veces a través de un simple mensaje de móvil … o de un rayo intenso de luz golpeando la cara (la luz tiene una intensidad especial en esta ciudad).

En esas estaba cuando he vuelto a releer un artículo que saldrá en breve en una revista de espiritualidad. Se titula «Que diez años no es nada…» y lo hice en el mes de junio con motivo de mi aniversario de ordenación sacerdotal.

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Comienza así: «Si como dice el bolero que veinte años no es nada, podríamos decir que diez años se han pasado en un suspiro… Al volver la vista atrás lo primero que uno descubre es que las nieves del tiempo ciertamente han plateado mis sienes y, por qué no, también mi alma. Diez años de cura, de sacerdote, y parece… que fue ayer.» Y es verdad que parece que fue ayer. Cuando el tiempo pasa rápido es porque se ha hecho mucho, porque se ha amado mucho, porque se ha vivido mucho.

La acidia es la enfermedad del deseo. Quien desea, ama. Quien ama, obra, actúa, vive. La acción muere cuando muere el deseo. Os dejo ese artículo como regalo de cumpleaños, de mi cumpleaños, como signo de que sigo haciendo, de que sigo amando, de que sigo viviendo. Y como agradecimiento a todos aquellos hombres y mujeres que Dios ha ido poniendo junto a mi en estos 38 años de vida, especialmente en estos 10 años de cura. Estoy convencido de que hay que seguir amando mucho… porque queda mucho por hacer.

Gracias y feliz cumpleaños.