A veces, a los cristianos, y especialmente a los curas se nos olvidan que las cosas importantes son las cosas más sencillas. Una caricia, la escucha atenta de un problema, una palabra de consuelo, un simple saludo y ¿por qué no? una sonrisa. En este año sacerdotal vamos a seguir llenos de trabajos, de proyectos, de actividades, de problemas. Nos van a exigir, pedir, resultados que, a veces, simplemente no están en nuestras manos. Lo único más fuerte y más seguro que tenemos en nuestras manos es el mismo Señor del Universo que se da en la Eucaristía. Incluso, cuando lo repartimos, a veces estamos serios, como tristes.
Por eso les pido a todos mis hermanos sacerdotes que en este año sacerdotal, además de hacer muchas cosas, no se olviden de sonreír a los demás. Y a todos los laicos, religiosos y religiosas que se encuentren con nosotros, les pido que, con cariño, nos lo recuerden. Con el mismo cariño con el que nos lo recuerda esta canción.
Espero que, al verlo, sonrían.