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El gol de la santidad

«El juego es muy humano y los fallos durante el mismo también. Por eso, cuando al jugar fallamos, no dramatizamos por el error en el juego, al contrario, de la equivocación aprendemos para evitarla en la siguiente ocasión»

Esta frase la firmaría sin problemas Iker Casillas aunque no es suya ni de ningún otro futbolista. Aparece en un libro de fútbol y de oración. Sí lo han oído bien. Su título es toda una declaración de intenciones: El gol de la santidad. Y el subtítulo lo completa. El fútbol como imagen de la vida cristiana. A través del fútbol como parábola de la vida, el autor nos invita a mirar la vida cristiana como un único y gran partido, dónde el gol más importante será el gol que nos dé la victoria, el gol del encuentro con Dios, el gol de la santidad. 

Con un lenguaje claro y sencillo y tomando el fútbol, no como excusa sino muy en serio, el libro nos ayudará a conocer más y mejor a los apóstoles y su posición en el campo de juego. Descubrir los problemas del dopaje, también en la vida cristiana, las dificultades de cada partido y la importancia de la afición.  Por su lenguaje y su contenido es un libro adecuado a todas las edades, pero creo que puede ser un buen instrumento para chicos y jóvenes entre los 10 y los 12 años que quieren profundizar en su vida cristiana de una manera atractiva y divertida.  El autor es capaz de mostrar a estos chavales lo mejor y los más grande de este deporte que puede ser una buena escuela de vida y, más específicamente, de vida cristiana. Aprender los valores del esfuerzo, del trabajo en equipo, de la fidelidad a los colores, de la pertenencia al grupo… todos ellos recogidos y reutilizados para hacer más sencillo y comprensible el único evangelio: el de Jesucristo.

Siendo su autor hincha del Real Madrid (algo malo tenía que tener el libro) tengo que reconocer que la frase que más me gusta es la que dice: «Papá ¿por qué somos del Atleti?». ¿Por qué será? 

Editado por Ediciones Cobel dentro de la colección Enséñanos a orar, en una edición rústica de 109 páginas. Disponible en librerías y también en la web del editor www.cobelediciones.com .

Buenafuente del Sistal

Quiero compartir con vosotros uno de esos lugares escondidos, casi desconocidos, para la mayoría de los turistas de bañador y toalla, pero que debería ser lugar de obligado peregrinaje para los que quieren ser amigos de Dios. Se trata del Monasterio de Buenafuente del Sistal en la provincia de Guadalajara. Una sorpresa grata que el Señor me ha dado este verano.

Durante los primeros días de agosto, he estado haciendo ejercicios espirituales con otros cincuenta sacerdotes de distintas diócesis de España. Además de un estupendo director de ejercicios, el Arzobispo emérito de Pamplona don Fernando Sebastián, y un grupo de sacerdotes de lo más variado y entrañable, lo que más me ha llamado la atención ha sido el enclave: el Monasterio de Buenafuente. Un monasterio construido en el siglo XIII en las proximidades del Alto Tajo. Un enclave escondido en un pequeño valle en el que, milagrosamente, no hay cobertura para móviles. Un monasterio colocado en ese sitio hace casi 800 años con un único propósito: adorar y alabar al único Dios.

La vicisitudes del Monasterio han sido muchas a lo largo de estos ocho siglos, pero sorprende que durante todo este tiempo, al igual que no ha dejado de brotar agua de la fuente que da nombre al monasterio, no se ha interrumpido la presencia de la comunidad de monjas cistercienses.

Precisamente en los últimos años, cuando todo parecía que Buenafuente estaba destinado a cerrarse y, quien sabe si a convertirse en restaurante de diseño o en casa rural de lujo, se han ido construyendo a lo largo del   Monasterio un grupo de casas de acogida, atendidas por voluntarios laicos, que conforman un pequeño pueblo que tiene como único objetivo facilitar un clima de silencio y oración en continuidad con la liturgia del Monasterio. Detrás de esta iniciativa está un sacerdote, D. Ángel Moreno, y un grupo de laicos que constituyeron un grupo de apoyo y soporte económico: los amigos de Buenafuente.

Junto a las casas de acogida, un pequeño complejo que alberga a otro grupo de religiosas, las Hermanas de Santa Ana, que atienden una misión rural con Consultorio Médico y una casa de ancianos. En Buenafuente quedan así unidas contemplación y acción.

Lo característico de Buenafuente es que todo gira en torno a la liturgia del Monasterio. Así el rezo de las horas litúrgicas marca todo el horario, no solo el de las monjas, sino el de todos los que están allí: laicos voluntarios, entre los que se encuentran familias completas, las hermanas de Santa Ana, personas que han dedicado unos días al retiro y a la oración, los sacerdotes que estábamos haciendo los ejercicios espirituales… todos participábamos en el rezo de las principales horas con las monjas con una liturgia sencilla pero muy bella.

En medio del silencio cobra protagonismo un pequeño murmullo de agua que brota de una fuerte que sale de la parte posterior del antiguo muro de la iglesia. Es el agua que da nombre a todo este pueblo-Monasterio: Buenafuente del Sistal (Buenafuente del Cister). Esa fuente nos recuerda que el único agua que puede saciar nuestra sed de salvación es el propio Cristo.

No cuento más. Os dejo la dirección de internet para aquellos que estéis interesados en conocer más acerca de Buenafuente.

http://buenafuente.jimdo.com/