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Navidad es decir gracias


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¿Qué es la Navidad?

Esta es la pregunta que se supone que se debe responder hoy. Pero es difícil, porque para muchos la Navidad ha perdido su sentido. La Navidad ha llegado a ser una época del año en el que pasamos mucho tiempo comprando regalos. Es cierto que, a veces, caemos en el consumismo pero otras veces un regalo puede tener un significado profundo para nosotros. Un gran teólogo católico, nacido un día de Navidad, nos dice que “para ser bueno, el regalo tiene que expresar algo de la persona que lo da y algo de la persona que lo recibe. Si lo hace, el regalo viene a ser un vínculo entre quien regala y quien recibe”

Y es verdad, cuando a uno le hacen un regalo, lo primero que dice es: gracias. Es el primer vínculo que se establece, el de la gratitud. Si la Navidad es la época del año donde más regalos se hacen también debe ser la época del año donde más veces se dice “gracias”. A veces las palabras más comunes, que son cotidianas en los diferentes idiomas, esconden significados profundos. Un santo español, Isidoro de Sevilla, decía que sin la etimología, sin el verdadero conocimiento de lo que significan las palabras,  no se conoce la realidad: «A menos que conozcas la palabra con que se las nombra, el conocimiento de las cosas se verá muy menguado» Etim. I, 29, 2.

¿Sabemos de verdad que significa decir “gracias”?

Tomás de Aquino sostiene que la «Gratitud» es una realidad humana compleja:

«La gratitud – dice él- se compone de diversos grados. El primero encuentra su fundamento en el «reconocimiento» (ut recognoscat) del beneficio recibido.

El segundo consiste en alabar y dar gracias (ut gratias agat);

y por último, el tercero, estriba en el acto de «retribuir», devolver, el bien recibido de acuerdo a la posibilidad del beneficiado y según las circunstancias más oportunas de tiempo y lugar» (S. Th. II-II, 107, 2,c).

Con este deseo de análisis me fui en busca de los diccionarios para buscar en cada lengua que significa la palabra “gracias”.

 En algunos idiomas se pone de manifiesto resaltando con mayor nitidez el reconocimiento por parte de quien ha recibido el regalo (lo que Santo Tomás llamaba el primer nivel de Gratitud) . En este aspecto el reconocimiento  es propiamente sinónimo de gratitud. Reconocerle algo a alguien es, de alguna manera, darle las gracias. En esta línea encontramos las formas de gratitud de la lengua inglesa y alemana, y si las analizamos descubrimos que to thank (dar gracias) y to think (pensar) tienen la misma raíz, incluso  la misma conformación ortográfica. el Oxford English Dictionary al dar la definición de thank dice claramente: «El sentido primario de esta palabra fue ser tenido en consideración, pensado». Y también en alemán danken (agradecer) es originariamente denken (pensar).

Esto lo entendemos más fácilmente si nos damos cuenta que “solo puede sentirse verdaderamente agradecido aquel que piensa en el favor que ha recibido como tal”, aquel que es capaz de pensar la grandeza del que le ha hecho el regalo.

La expresión árabe de agradecimiento, shukran, shukran jazylan se coloca directamente en el segundo nivel de los explicados por Santo Tomás: aquel que ensalza al benefactor y al beneficio recibido. También la palabra hebrea para decir alabanza es la misma que para decir gracias: Todah.

Desde este contexto, pero un poco más complejo, se entiende la formulación latina de agradecimiento, «gratias ago«, en el italiano grazie, en el castellano gracias (y en el francés merci), y que es muy compleja. Santo Tomás afirma (I-II,110,1) que en su sentido medular, el término gracia, conlleva significados diversos: entrar en el amor de alguien que nos hace un regalo, el propio regalo que es una gracia no merecida, la retribución (dar gracias), el que considera que el regalo recibido procede de otro y que debe ser alabado.

Más interesante es la palabra que utilizan nuestros vecinos portugueses: «obrigado». En esta, tan cautivante y también singular es la única en la cual se halla claramente expresado el profundo sentido de la gratitud del que habla Tomás, el tercero (que naturalmente incluye en sí los dos anteriores): aquel que hace referencia al vínculo (ob-ligatus, de obligare = atar, ligar, encadenar), a la obligación, al deber de retribuir, a la obligación de dar gracias.

Pero esta noche quiero detenerme en la riqueza que encierra en sí la forma japonesa utilizada para expresar el agradecimiento. «Arigato gozaimasu«.Sus significados primitivos son dos: El primero vendría a significar. «la existencia es difícil” o “difícil es vivir», el segundo significaría : «rareza», «excelencia» (excelencia de la rareza). Hoy en nuestro mundo en el que lo normal es que cada uno piense en sí mismo y que las relaciones humanas (en el mejor de los casos se basan en la estrecha justicia) la “excelencia” y la “rareza” si pueden aparezcan como características singulares, y por lo tanto de agradecer. Pero “dificultad de existir” y “dificultad para vivir” parece que no tienen que ver nada con el agradecimiento. Santo Tomás nos enseña que la gratitud – al menos en el plano de la intención- debe superar al favor recibido. Para un japonés recibir un regalo supone estar en deuda con el otro. Una deuda que debe pagar. La propia vida, la propia existencia se entiende como una deuda: una vida en deuda es difícil de vivir.

Superar el favor recibido. Nuestros mayores también eran conscientes de su insuficiencia para devolver al otro  el bien que nos ha hecho, del regalo que nos ha dado,  que decimos: «Que Dios te lo pague», porque, en el fondo sabemos, que un pobre hombre como yo no puede hacerlo.

Cada uno de nosotros, somos desde nuestra naturaleza humana deudores: de nuestros padres, de nuestros hermanos, de nuestros amigos, de todo aquél ser humano que en nuestra vida ha sido bienhechor… que nos ha hecho un bien, un regalo.  Sobre todo estamos en deuda en relación a Dios. Tiene razón el salmista cuando dice “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho…?» (Salm 115)

Cuando en estos días estemos comprando los regalos, cuando estemos pensando en esas personas que queremos, cuando estemos preocupados con qué nos van a regalar.. yo te pido que mires el portal. Delante del portal, nos deberíamos dar cuenta de la enorme deuda que hemos contraído con Dios. En Belén se nos muestra el regalo más grande :“Tanto amó Dios al mundo que nos envió a su único Hijo”, Jesucristo enviado por Dios que nos da el don – regalo de Dios: el Espíritu Santo. Mirar el portarl, vivir la Navidad, debe despertar en nosotros un sentimiento profundo de gratitud y, al mismo tiempo, un sentimiento profundo de deuda. Porque desde entonces nuestra deuda impagable; ¿Cómo agradecer de verdad el regalo de un Dios hecho hombre por amor? Solo hay una manera posible: saben como se dice gracias en griego: eucaristía. La Eucaristía es “agradecimiento”; en ella el Hijo de Dios, el mismo que nace en Belén,  une a sí a la humanidad redimida en un canto de acción de gracias y alabanza.

Hoy en esta noche quiero decir delante del portal thanks, danken, gracias a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos, a todos los que Dios ha puesto como regalos en el camino de mi vida y que me han hecho de la vida un regalo.

Hoy quiero decir gratia, grazie, merci, gracias a todas las personas que han conformado y forman hoy el Seminario, y que me han regalado mucho durante mis años como seminaristas y estos últimos cuatro cursos como formador.

Hoy quiero decir “obrigado”, gracias a los obispos que se fiaron y se fían de mí para seguir trabajando en nuestra querida y amada diócesis. Son ya diez años presidiendo la “acción de gracias”, la eucaristía.

Hoy quiero decirle al Niño Dios,  arigato gozaimashita, porque sé que no tendré vida para agradecer de verdad todo el bien que me ha hecho.

Feliz Navidad y a todos vosotros “que Dios os los pague”.